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Las instituciones familiares, educativas y especializadas en discapacidad juegan un papel fundamental en la erradicación de los tabúes en torno a la sexoafectividad
25/03/2024
Jordi Fernández Suriñach, psicólogo y docente en la Fundació Maps, hace muchos años que trabaja en el ámbito de la intervención y la educación sexual con personas con discapacidad intelectual en las entidades y las familias. Es autor de la tesis doctoral "Efectos de un programa de intervención psicoeducativa en las actitudes y conocimientos sexuales y afectivos de personas con discapacidad intelectual que asisten a un servicio de terapia ocupacional".
La convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de las Naciones Unidas se crea para promover, proteger y asegurar el goce lleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales para todas las personas con discapacidad. ¿Pero si hablamos de sexualidad, o en la hora de formar una familia o de ser padres, se puede decir que estos derechos están garantizados?
Podríamos decir que es un derecho que está escrito, pero no garantizado. Porque poder garantizar una sexualidad plena, o que se pueda tener descendencia, depende principalmente del entorno, y es aquí donde muchas veces hay dudas o se cuestiona y se limita esta decisión personal.
¿El hecho que el entorno no lo facilite es porque, en general, se ven las personas con discapacidad intelectual como si no fueran adultas?
Hay que tener en cuenta el modelo del cual venimos, que es un modelo asistencial. Este modelo proporcionaba una cura a alguien que tenía necesidad de apoyo y tú tenías que resolver las necesidades de su día a día de forma externa porque se consideraba que no era capaz. Al verlos como niños, en el ámbito sexual se los trata de manera muy diferente a la de un adulto. Por lo tanto, si vemos las personas con discapacidades intelectuales como niños eternamente, el trabajo más sexual, de crecimiento, de cambio de cuerpo, de cambios hormonales, de deseo, no está. Y creo que este es un tema que se tiene que gestionar diferente porque tienen la necesidad de vivir en pareja y muchos también quieren tener descendencia. La sociedad y las entidades tenemos el reto de crear el apoyo necesario para que estas personas realmente puedan lograr sus objetivos de vida. Y estos son, en muchas ocasiones, vivir en pareja, de forma autónoma y con descendencia, teniendo presente que para ellos esto es lo que ven normal.
¿El problema vendría, pues, cuando dejan de ser niños, que no se los permite vivir la adolescencia del mismo modo que una persona sin discapacidad?
El desarrollo psicosexual de la persona está desde el momento que nacen conductas de autoconocimiento, de autoexploración, de espacios de intimidad, de conductas públicas y privadas y esta parte más de autoconocimiento de la edad temprana no está. Por eso, nos encontramos personas adultas con muy poco conocimiento sobre sexualidad y afectividad, con pocas pautas de habilidades sociales. Y esto es porque no se han trabajado y hay desconocimiento de su cuerpo y del cuerpo del otro. Hasta no hace mucho, tampoco se daba formación en estos temas.
¿Haría falta, pues, concienciar las familias y el entorno en este sentido? ¿Cómo se los puede acompañar?
La familia es un pilar básico porque muchas veces los espacios de intimidad para poder llevar a cabo estas conductas se tienen que encontrar en casa. Si en el ámbito familiar estos temas no se han normalizado, es cuando buscan estas conductas fuera y es cuando encontramos conductas en espacios públicos que no son socialmente aceptadas. La escuela sería otro pilar de la educación, pero no tiene que ser la única, tiene que ser un apoyo y un complemento. El tercer pilar son las entidades que trabajamos con discapacidades. Si de pequeños lo ven como una cosa negativa, un tema tabú del cual no se puede hablar, no normalizarán la sexualidad como una cosa más de su día a día, y esto puede comportar problemas.
¿Cómo se ayuda las familias para que puedan dar este acompañamiento, este apoyo?
Hay que valorar también el proceso educativo en sexualidad que ha recibido cada uno de los familiares de las personas con discapacidades intelectuales. La familia tiene que recibir esta educación y este apoyo porque muchas veces no han tenido ni el recurso ni el espacio para poder gestionar sus dudas y sus desazones.
Por lo tanto, desde las entidades se tienen que poder trabajar estos temas de manera compartida y liberarlos de parte de esta responsabilidad. Cada casa es un mundo y hay que ajustarlo a las necesidades de cada cual.
¿Qué apoyo y acompañamiento se tendría que ofrecer?
La base es la educación. Hay que dar herramientas para que puedan decidir con conocimiento de causa. Pueden ser recursos para el reconocimiento del cuerpo, que traten temas como el respeto, la empatía, el hecho de saber compartir, entender que es una pareja, tratar el tema del placer. Antes eran temas que no se tocaban porque se incidía más en el método anticonceptivo, la prevención de infecciones y embarazos no deseados. Con una educación sexual completa empoderamos las personas. Se tiene que ir mucho más allá de los métodos restrictivos.
En este sentido, uno de los temas importantes a tratar es como afrontar el hecho de querer formar una familia y ser padre o madre en una situación de discapacidad intelectual. Hasta hace dos años se podía esterilizar una persona con discapacidad sin que ella estuviera de acuerdo.
Si, y no fue hasta el 18 de diciembre de 2020 que se aprobó y, por lo tanto, se erradicó la esterilización forzosa o no consentida a personas con discapacidad intelectual. Hasta entonces, se hacían muchas esterilizaciones sin que la persona lo supiera, sin su consentimiento. A partir del momento de la aprobación de la ley, ya se necesita el consentimiento de la persona afectada en un tema que tiene que ver con su cuerpo. Esto va muy ligado con la integridad corporal. Tú tienes que poder decidir qué hacer con tu cuerpo y, por lo tanto, también tienes que tener la información y los conocimientos necesarios para poder decidir. Por eso es tan importante la educación. La gente tiene que ser capaz de entender qué implica una esterilización y hace falta que sea una decisión tomada concienzudamente.
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El Estado tendría que ayudar a llevar a cabo una crianza adecuada en estas situaciones. ¿Hay herramientas?
Muchas de estas tareas recaen en las entidades y en el entorno más próximo. Decidir tener un hijo o una hija pasa por ser conscientes de lo que supone para tí y para el neonato. Lo importante es ajustar el apoyo necesario para cada persona..
Las personas y sobre todo las mujeres con discapacidad intelectual tienen más riesgo de situación de abuso sexual que el resto de población. ¿Por qué pasa?
De entrada yo creo que es por un tema de contextualización del abuso, que va ligado otra vez con el tema educativo. Si se normalizan ciertas conductas y no se explica que son abusivas, podríamos encontrar casos en que no se reconoce. Hay que capacitar a la persona para entender la intencionalidad del otro. Una situación diaria de abuso puede venir de la parte más próxima, de la parte cuidadora. En teoría, quien te apoya no tendría que hacer nada que no fuera correcto, pero, desgraciadamente, pasa. Se tienen que dar herramientas a los profesionales que intervienen para que puedan detectar las situaciones de abuso, y también dar herramientas a las personas atendidas para anticiparse a aquello que pueda pasar.
¿Los protocolos de acoso de las empresas donde trabajan personas con discapacidad psíquica hace falta que tengan alguna especificidad?
Un abuso es un abuso, independientemente de donde sea. Es importante que las entidades tengan los mecanismos para detectarlo a tiempo y que haya políticas internas, que se trabajen los temas de igualdad. Además, hay que hacer formación a los profesionales de atención directa porque son aquellos que pueden ver estas situaciones en primera instancia y trabajar desde la cultura del buen trato.
De hecho, la adquisición de conocimiento no tendría que ser un problema y, a veces, se ve como una dificultad, como una traba. Pero lo que se pretende es capacitar a la persona para darle habilidades no solo laborales sino también sociales.
¿En términos de diversidad sexual, se vive de manera diferente en personas con discapacidad intelectual?
Nuestro colectivo no se aleja mucho de cómo es sociedad en general donde esta normalidad absoluta de respeto hacia todo el mundo no existe. Hace falta, por lo tanto, incorporar también educación en este sentido. Por eso se tienen que hacer talleres que enseñen a elegir bien una pareja o dejarla si la relación no es sana y ayudar también a detectar que es el que quiere el otro y valorar su rol dentro de la pareja.
Porque muchas veces la carencia de habilidades sociales también se traduce en una dificultad de relación con la pareja. Hay casos en que las relaciones se centran en una relación sexual clásica por carencia de conocimiento.
Jordi Fernández Suriñach Psicólogo y docente en Fundació MAP. Especialista en sexología clínica.
Comprometidos con un futuro sostenible
Esta noticia está relacionada con los siguientes Objectivos de Desarrollo Sostenible definidos como prioritarios por Fundación CARES: